sábado, 29 de octubre de 2011

EL ETERNO VIAJE A NINGUNA PARTE

Nada o muy poco avanzamos en materia medioambiental. Si comparamos el avance de nuestra colectividad en lo que respecta a la modernización de infraestructuras, al auge urbanístico, al progreso industrial, al desarrollo tecnológico de la sociedad, al incremento del consumo… nuestro medio natural, en cambio, presenta un aspecto cada vez más raquítico donde progresivamente la acción antrópica va siendo más agresiva y donde los espacios naturales del término municipal dignos de tal consideración van siendo más reducidos. Por otro lado, en la faceta urbana, la calidad de vida en la ciudad deja muchísimo que desear: La Vall sigue siendo una población muy ruidosa, con poquísimos espacios verdes, con demasiado tráfico en detrimento del peatón y del uso de la bicicleta, totalmente descompensada en cuanto al reparto de zonas lúdicas y de esparcimiento.
La clase política sabe que el pueblo, suficientemente adoctrinado y aburguesado,  se conforma con “pan y circo” -consumismo y espectáculo taurino-deportivo- (a ser posible en una súper televisión de plasma).  Ahí radica la gran responsabilidad del ciudadano, en la capacidad de reacción para despertar del letargo y exigir a nuestras autoridades un mayor compromiso. En este caso, un mayor compromiso con la protección efectiva de nuestro entorno y un mayor compromiso con una serie de medidas que hagan nuestra ciudad más habitable. Esa clase política está cada vez más acostumbrada a viajar durante el largo trayecto de la legislatura con las maletas llenas de votos y con mucho cuidado de no perder ninguna. Los caminos siempre se recorren  mejor ligeros de equipaje. 

CUATRO MILLONES DE EUROS ARROJADOS AL MAR EN UN PROYECTO QUE ANTE TODO HABÍA QUE LLEVAR A CABO PARA NO PERDER LA SUBVENCIÓN EUROPEA. TODOS SABÍAMOS LO EFÍMERO DE LA OBRA PERO HABÍA QUE GASTAR EL DINERO...